La rosácea, una enfermedad frecuente.
Probablemente la palabra “rosácea” te suene. Es
relativamente frecuente, por lo que no sería raro que algún amigo o familiar la
padezca. Además, algunos famosos han informado recientemente que la padecen.
Es una enfermedad, como digo, frecuente; sobre todo en
mujeres a partir de los 30-35 años, aunque puede aparecer más adelante, y por
supuesto afectar también a hombres.
Tiene varias manifestaciones clínicas,
siendo las más típicas y frecuentes la rojez (o eritema) en mejillas, nariz y
barbilla, que puede ser persistente o ir y venir, empeorando con la toma de
algunos alimentos, estrés, cambios de temperatura, algunos cosméticos…Además,
puede acompañarse de “granitos” parecidos a los del acné en estas mismas
localizaciones.
Los tratamientos incluyen productos tópicos, antibióticos
orales, isotretinoína o láser/ luz pulsada, según los casos.
Es probable que todo esto ya lo supieras. Lo que no es tan
frecuente, o al menos no lo parecía hasta ahora, es otro término que parece ir
íntimamente relacionado con la rosácea: “demodicosis” o “demodecidosis”. ¿Ein?
Ahora lo explico.
Este término viene de la palabra Demodex, que es un ácaro que forma parte del microbioma cutáneo. En
general, sin causar problema alguno, al igual que el resto de microorganismos
que conviven con nosotros. Pero hay algunas situaciones, a veces desencadenadas
por el uso de corticoides tópicos, a veces simplemente por predisposición
genética, en que hay más cantidad de demodex.
Los síntomas son, en ocasiones, similares a los de la rosácea, ya que suelen
producir enrojecimiento, piel “sensible”, sensación de ardor o calor, poca
tolerancia a casi todas las cremas… Además, es característico el tacto “áspero”
de algunas zonas como la frente o mejillas en estos pacientes, que a veces el
propio paciente confunde con “piel seca”.
Cuando se mira con el dermatoscopio (la “lupa” que nos
acompaña a todos los dermatólogos) esta piel, no es raro encontrar estructuras
blanquecinas que protruyen de los folículos, correspondientes a estos ácaros.
Si el diagnóstico no está claro, un raspado de la zona y la visualización al
microscopio puede acabar de ayudarnos. Es mucho más raro tener que realizar
otras pruebas, como una biopsia cutánea. El tratamiento incluye ivermectina
tópica u oral, a veces asociado a antibióticos orales, parecido a la rosácea.
Para algunos autores, la rosácea y la demodicosis forman
parte de una misma patología, recibiendo uno u otro nombre según los signos y
síntomas que predominen. Para otros, son entidades distintas. Hay estudios que
demuestran, en pacientes diagnosticados de rosácea, una concentración de demodex superior a la que cabría
esperar, así como una buena respuesta a la ivermectina tópica.
Como mensaje final, es importante saber que no todas las
rojeces faciales son rosácea (hay entidades más infrecuentes – y graves- que
deben ser tenidas en cuenta, por lo que si piensas que puedes padecerla,
consulta con tu dermatólogo), que no todas las rosáceas son iguales ni se
tratan igual, y que, en ocasiones, la “piel sensible” puede estar producida por
un exceso de demodex.
Comentarios